GERMINACIONES
Creo que es un catálogo -no lo creo: lo afirmo; en el de la exposición de hace un par de años en el Palacio de Revillagigedo- donde he encontrado, como surgidas de la prehistoria, del amanecer imaginante de la pintura ¿última? de Luis Fega -o quien sabe si de todo su proceso pictórico, de su unitaria, nuclear actitud expresiva -, unas valiosísimas referencias que sobrepasan el carácter probatorio de "primeros indicios", y se constituyen en una formidable revelación. Pero, antes de continuar, he de aludir al espacio o lugar -término éste, el de lugar, tan en el sentimiento y aún en el discurso del artista; traigo aquí el argumento inductivo y expansivo de su espléndida conferencia "Habitados por el lugar", en un ciclo promovido por Caja de Asturias e impartido en Gijón, en enero de 1998-, he de aludir, prosigo, a un espacio o lugar dialécticamente originario de la pintura de Fega ocupado, "habitado", por una conciencia de "lo que germina", incluso orgánicamente. De lo que brota o nace, diré, y de lo que crece, y se desarrolla, y se transforma. Forma y (trans)forma, es decir, lo que va más allá, lo que rebrota o renace a través de la forma, en una acepción nada metafórica, plenamente ontológica del ser, de la vida. Entre esas imágenes reveladas figuran un "Germinal", de 1993, a modo de crisálida, frágil y poderosa, en negro sobre el fondo amarillo inseminado. Y una como larva titulada "Tres veces tres", del mismo año. Y un presocrático "Todo está en todo" de igual época, que parecería extraído del pensamiento del filósofo Anaxágoras: una doble forma oval, con su inmanente (trans)forma de la que cabe inferir fecundación. Y un "Murmullo mineral", de 1994, en el que lo ovular, o fecundante y germinal organiza -compone- un encuentro de protoformas del que provendrá idea de existencia. Un encuentro de los signos que -desde luego pictóricamente"fertilizan" esa idea en el punto, el lugar y el instante precisos, tan exactos que apuntan al espacio y el tiempo justos, unísonos, en los que lo que será, lo que va a ser, ya es. Y, concluyendo con esta traslación de formalizaciones de lo germinal, cito una cualquiera de las imágenes más que larvarias de la serie "Egova" -la número 1, por ejemplo-, o "Namarino", o el "Illo tempore" -aquel tiempo- , o, su equivalente semántico, el "Erase una vez", ya en 1995, memoria del cómo fuimos y constatación del lo que somos. No sólo -significativamentecomo una primigenia organización del ser -vida antes de la vida-, sino, yendo de lo enunciativo a otra _¿la misma?noción de lo que se manifiesta, localizando una orgánica presencia o representación de pintura, un ser y un estar en el lienzo.
De un estudio del luminoso pensador francés George Steiner, precisamente titulado "Presencias reales" (1), extraigo las siguientes reflexiones, que, entiendo, nos ayudarán a comprender el sentido de germinación -o, plural, germinaciones- que me parece advertir en la soberbia pintura de Luis Fega. Dice Steiner: "... Hay creación estética porque hay creación. Hay construcción formal porque hemos sido hechos forma... Muy adentro de todo "acto de arte" yace el sueño de un salto absoluto en la nada, de la invención de una forma enunciatoria tan nueva, tan singular para su engendrador, que dejase, literalmente, atrás el mundo anterior. Pero la escritura de poemas, la composición de música, el tallado de la piedra o la madera por hombres y mujeres no se basa sólo en la circunstancia disponible: es unfiat, un movimiento creativo, siempre posterior al primero. Es la naturaleza de esta "posteridad" -el término y la pregunta ya son vitales en Aristóteles- lo que exige clarificación". Por lo dicho, parecería que la interpretación del acto -también artístito, pictórico- de crear por parte del mencionado escritor sería mimética de un cierto, concreto entendimiento de la creación en lo sagrado. Pues bien, si eso fuera así, convendría no precipitarse en el juicio. ¿Lo sagrado? "El arte no debería olvidar esa parte fundamental del ser humano que tiene que ver con lo sagrado", leo una anotación de Luis Fega escrita en su libro "Aquí y ahora" (2). Puedo colegir el hálito de trascendencia que emana de esa intelección del arte, transferida del interiorizado ser de la persona. No sitúo lo sagrado en otro plano que no sea ése. Crear arte, como crear vida, es por igual un acto sagrado y un acto orgánico. Y un gesto también es, que en la formalización o materialización pictórica -sustento necesario y asunción del "oficio"; como en el escribir, el ser ya creador en el oficio de pintar- requiere una proyección significante en el barrido o recorrido -o puntualizado o detenimiento- del brazo/pincel sobre una superficie a manchar, a pintar. Y en la consideración orgánica, mimetiza la impregnación en esa superficie de algo como un fluído, como una fuerza germinal, en constante transformación. Fundiendo en una ambas naturalezas del acto de pintar, la orgánica -incluso procesual o de procedimiento- y la trascendente llegamos, en tal caso, al aceptable ser del arte como sacramento.
Me interesa, no obstante, volver a George Steiner, y aproximar a la suya -más penetrada y honda que la mía, como es obviomi visión de la creación, y de la germinal actitud de lo pintado/creado por Fega, de su dinámica, de su huella y de su introversión -de su mirar hacia dentro-. Insiste Steiner: "... Hoy, los modelos matemáticos proclaman haber accedido hasta los orígenes del presente universo. La biología molecular puede tener a su alcance el desenmarañamiento del hilo en cuyo principio está la vida. Nada en estas prodigiosas conjeturas desarma, y menos aún explica, el hecho de que el mundo es cuando podría no haber sido, el hecho de que estamos en él cuando podríamos, cuando podíamos, no haber estado... Es; somos. Esta es la rudimentaria gramática de lo insondable".
Podría ser éste un remate que "ni pintado" para el proyecto de encontrar un lugar en el espacio orgánico, sacral o rnistérico en el que se sitúa la pintura siempre en el origen y, por lo tanto, originándose, bellísimo gesto de lo "creándose", de lo germinado, evocado por Luis Fega. El pintor sueña; trata de dar luz a una otra lógica de los hechos. Y en el empeño, tras una denodada batalla, hasta el desfondamiento, va emergiendo una presencia de lo creado en lo indescifrable. He aquí -pudiera ser; únicamente el final se sabe con certeza el germen, la apariencia, la razón y el sentido del arte: un noble intento, un hermoso afán por encontrar alguna respuesta a lo inefable.
Miguel Logroño
Notas:
1.- George Steiner: "Presencias reales". Ensayos/Destino. Ediciones Destino. Barcelona, 1991.
2.- Luis Fega: "Aquí y ahora". Ediciones May Moré Galería de Arte. Madrid.
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